domingo, septiembre 24, 2006

Instante Fugaz

"Tren con destino Madrid, vía 5" Ese era mi tren. Todavía algo dormido entre en el vagón y me senté en el primer asiento vacío que encontré. Entre el sueño y el frío que hacía, estaba realmente ausente esa mañana. Tanto que hasta pasados diez minutos no reparé en aquella chica que se había sentado enfrente mio. Iba con otras dos personas más que no paraban de hablaban. Sin embargo ella permanecía en silencio. Llevaba un par de pendientes de esos redondos que tanto están de moda. Era realmente bonita.

Me pasé la mayor parte del trayecto mirándola. Fue una de esas veces, un instante fugaz, cuando coincidieron nuestras miradas. En aquél momento olvidé todo, el trabajo, las citas que tenía por la tarde, los clientes que debía visitar... Dos paradas después yo estaba bajando del tren, ella continuaba el trayecto. Y a través de la ventana vi sus ojos mirándome de nuevo por última vez.


Tantos instantes fugaces que dejamos escapar, ¿qué habría ocurrido si hubiésemos cogido alguno de ellos? Mejor no preguntárselo, mejor hacerlo, puede que no haya mañana...

viernes, agosto 04, 2006

Homenaje


"Ringggg. ¡Por fin suena el despertador! Llevaba despierto desde hacía rato, apenas he podido dormir esta noche, vaya nervios. Y no es para menos, hoy es el día de mi boda. Quién me lo iba a decir, yo, el soltero de la pandilla, y ahora resulta que acabo siendo el primero en casarse, que irónico. Habrá que ver las caras que ponen todos los que decían que moriría soltero cuando diga el 'sí quiero'. Sin duda soy afortunado. Ahora será mejor que me levante de una vez o llegaré tarde al peluquero.

Me aseo y me visto rápido, mi hermano debe estar al llegar. Efectivamente, el timbre suena a los pocos segundos. Él siempre tan puntual. Bajo a la calle y nos dirigimos hacia la peluquería. Tengo tiene que estar perfecto. Atravesamos la plaza principal, siempre tan abarrotada, y hoy sábado no iba a ser menos. Los críos corren de un lado para otro mientras los padres charlan sentádos en los bancos. Ya me empezaba a imaginar a mí haciendo lo mismo dentro de algún tiempo.

Pasábamos cerca de la estatua de la plaza cuando sonó un gran estruendo a nuestras espaldas. Era como el sonido de una rayo o algo parecido. Me giro a ver que ocurre. En ese momento ví aquello. Había mucha gente en el suelo, inconsciente, o algo peor. Lo que antes era un quiosko de prensa, ahora sólo era escombros y llamas. Esto no podía estar ocurriendo. Mucha gente pedía ayuda a gritos. Yo trato de calmar y ayudar a una mujer que buscaba desesperadamente a su hijo pequeño. No era fácil saber quién era el pequeño entre aquél monton de cuerpos tanto de adultos como de niños, y de escombros. Me acerco al de un crio, por la descripción que me había dado la mujer debía ser él. No respira y tiene heridas por todo el cuerpo. ¿Cómo puedo decirle ahora que ha muerto?

Respiro profundamente y vuelvo con la mujer que al ver mi rostro se echa a llorar. No hace falta decir nada. Doy media vuelta y busco a mi hermano. No le veo. Debe estar ayudando a alguien. Todo es un caos. Camino algo desorientado por la plaza cuando tropiezo con lo que antes era un banco. Al lado veo otro cuerpo más. Espera, esa ropa me resulta familiar. No puede ser...

En ese momento se produjo la segunda explosión a pocos metros de mi. Solo escuché un instante, luego un silencio abrumador invadió todo. Dejé de oir los gritos de la gente, las sirenas de las ambulancia, los llantos de los niños. Todo se oscureció también. Ya no veía los rostros de pánico, los escombros ardiendo, los cuerpos sangrando. Ahora había pasado a formar parte de ellos. Creo que caí junto al de mi hermano.

¿Qué hora sería? Iba a llegar tarde a mi boda. Dos hombres se acercaron a mi preguntando por mi estado. Les dije que me encontraba bien, pero no me hicieron caso. ¿Es que no me oían? Les vi negar con la cabeza y decir que ya era tarde. No entendía. Me puse en pie para que me prestaran atención, pero se marcharon sin decir más. En un acto reflejo bajé la mirada al suelo. Allí estaba mi cuerpo, inerte, inmóvil, sin vida. Se había cumplido aquello con lo que bromeábamos hace tanto tiempo, yo sí moriría soltero."


Este texto está dedicado a todos aquellos que han sufrido de una manera u otra las consecuencias de la violencia que cada día crece y que parece no tener fin. Por ellos, como recuerdo, y para los que todavía pueden cambiarlo.

jueves, julio 27, 2006

Lo siento

Hacía un calor agobiante allí abajo. Era pleno verano y el sótano, pese a ser la una de la mañana, parecía un horno encendido. No podía soportarlo más. Tenía que salir al exterior a tomar algo de aires fresco, después de cinco días encerrado ahí abajo realmente lo necesitaba, sé que no era una buena idea pero tenía que hacerlo.

Tras varios minutos pensándolo, me decidí por fin y subí las escaleras que daban al piso de arriba. Allí me quedé escuchando lo que ocurría en el exterior durante unos segundos. No se oía nada. Con algo de duda abrí lentamente la puerta de la calle y tras asomarme y asegurarme de que no había nadie, salí fuera. Todo estaba tranquilo, medio derruidos algunos edificios, otros simplemente quemados. Respiré aire profundamente y me senté junto a la entrada, sólo sería un momento.

Cuando estaba apunto de levantarme, apareció una silueta que caminaba hacia mí. No podía ver de quién se trataba hasta que apenas estuvo a cinco metros de distancia. !Era aquél compañero de la universidad con el que había pasado tan buenos momentos! Quién lo iba a decir. Me levanté y fui a saludarle sonriendo. No podía creer que estuviese allí, había pasado tanto tiempo. Apenas nos separaban un par de metros cuando escuché las dos únicas palabras que saldrían de su boca esa noche "lo siento".

Me quedé algo sorprendido. ¿Que había querido decir? No lo entendía, no había sucedido nada en el pasado por lo que tuviera que disculparse. Al instante descubrí la respuesta. El sonido del arma hizo un gran estruendo en aquella silenciosa noche. ¿Por qué no me había fijado antes en el arma que llevaba? No lo recuerdo. Tampoco reparé en su uniforme, el mismo que llevaban los soldados que había arrasado todo apenas unos días atrás. Poco importaba ya. Notaba como una sensación de frío empezaba a recorrer todo mi cuerpo. Era algo extraño, no sentía dolor, sin embargo la camisa estaba manchada de mi propia sangre.

Recuerdo haber caído de rodillas. Fue entonces cuando le volví a mirar. Su rostro estaba pálido, y sus ojos vidriosos. Si, realmente había dicho aquellas palabras de corazón. No le guardo rencor. Todo era culpa de esa estúpida guerra, a la que nadie nos había invitado a entrar, y en la que sin embargo estábamos. Cuando acabaría...

Ya se me empieza a nublar la vista. Creo que ha llegado el momento. Mejor que haya sido así, sin verlo llegar, sin miedo, sin temor. Nunca pensé cómo sería este momento. Ahora ya lo sé, ya está ahí, el final...

domingo, julio 23, 2006

Querido diario

Un día más y todo parece seguir igual. Enciendo el televisor, son las mismas noticias de siempre con distinto titular. ¿Sigo durmiendo todavía? No, me acerco y compruebo la fecha en el ordenador, está bien. Salgo de casa y me dirijo a coger el autobús como cada mañana.

Las mismas caras de siempre, quizá alguna nueva. Sin embargo todos están ausentes en su pequeño mundo, tan distantes e indiferentes con el resto. Saludo al conductor y me siento junto a la ventanilla para poder observar el exterior. Gente yendo de un lugar a otro, algunos parados observando el escaparate de la tienda de ropa que han abierto hace poco, preocupados por estar a la última moda. Una nueva parada. ¿Quién se sentará hoy a mi lado? Esta vez es una mujer de unos cincuenta años, que se sienta ampliamente clavándome el codo en el brazo mientras mira distraida su bolso o el móvil. No se disculpa. Un joven hace sonar el timbre de parada, pero el autobús continua su trayecto. Nadie avisa al conductor. Otra parada, en la que sube una pareja de ancianos. Todos los asientos están ocupados. Tiene que ser un hombre algo más joven que ellos el que ceda el otro asiento. No hay más ofrecimientos. Última parada, final de trayecto y comienzo de una nueva jornada.

De regreso a casa pierdo el autobús por unos segundos. Caminando me cruzo con un grupo de chicos, no llegarán a quince sus años, señalando y riéndose de un hombre que está sentado pidiendo algo de dinero. Otros ni tan siquiera llegan a reparar en su presencia. Tal vez sea mejor esto último. Sólo queda un corto tramo hacia casa. Giro la esquina y entro en el portal. Esta vez no enciendo el televisor, ya sé lo que voy a ver. Ha sido una jornada larga, mejor ir a descansar. Tal vez sea mañana el día en que todo cambie, en que todo esto acabe...

jueves, julio 20, 2006

La carta

Las comunicaciones son muy malas, he tenido que aprovechar el paso de una caravana de suministros para poderte enviar esta carta. No ha sido fácil convencer a ese cabo, pero después de darle algo del poco dinero que me quedaba, se volvió más accesible. Sólo espero que no me engañara.

Las cosas están muy complicadas aquí, la gente apenas tiene ánimos. Cuanto me gustaría poder verte ahora. Aún recuerdo la última que nos vimos, nos cruzamos en la calle, por casualidad. Casi no tuve tiempo para despedirme, yo llegaba tarde a esa entrevista de trabajo y tú no quisiste entretenerme más. Quién iba a pensar que ahora las cosas serían así.

No sé cuanto tiempo duraremos aquí, las provisiones se acaban y apenas tenemos luz. Todo está destrozado... Están sonando las sirenas otra vez, tengo poco tiempo, y es posible que esta sea la única carta que pueda escribirte. Cuanto lamento no haberme quedado contigo aquella tarde y haberte dicho lo importante que has sido siempre para mi. Ahora ya es demasiado tarde. Según me he enterado os van a trasladar lejos, a una zona más segura, pero no me han dicho donde. Sólo espero que todo esto acabe pronto. Entonces no volvería a cometer el mismo error...

miércoles, julio 19, 2006

¿Qué llevarías?

Una simple pregunta puede tener una respuesta compleja. ¿Qué llevarías? Si mañana todo cambiase, si la vida que tienes en este instante dejase de ser lo que conoces ahora, si llegase ese día... ¿qué llevarías?

Tal vez algo material para ayudarte a sobrevivir, algo útil que puedas necesitar. Quizá un objeto que te trae suerte, con la esperanza de que seguir teniendo suerte. ¿Y un libro? Uno que leíste hace poco, o tal vez otro que recuerdes te leían de pequeño. Aunque tal vez no tenga tiempo de leer allí donde vas, ¿que tal una fotografía? Aquellas vacaciones que pasaste en la costa, con el sol radiante en el cielo. Si, eso estuvo bien, pero espera, también está esa fotografía donde salen ellos. Que gran noche pasásteis juntos todos. Ahora lo recuerdo, aquella noche sonaba esa canción que tanto os gustaba a ti y a ella, cuando sonó los dos bailásteis juntos como si no hubiese nadie más en la sala. Tal vez sea eso lo que quieres llevar si, aquella canción. No, una canción será difícil de escuchar, mejor otra cosa. ¿Qué tal aquella pulsera que te regaló tu hermano? Fue algo que no te esperaste...

Ya es tarde, debes decidirte. Si, yo lo tengo claro... aquél libro de la infancia... esas fotografías de las vacaciones... la canción que sonó bailando con ella... la pulsera... Si, yo llevaré mi recuerdo, el recuerdo de todo aquello bueno que he vivido. Y tú, si mañana llegase el día ¿que llevarías?

El principio del fin

A nadie de hoy en día tenga cierta edad le pasa inadvertida la situación que se vive en todo el mundo, donde aumenta la crispación y las tensiones entre países, las ya existentes guerras y luchas en Oriente, países que se arman hasta los dientes, pruebas de misiles nucleares, crisis por el precio del petróleo, subida del precio del oro...

Pero esto todavía nos parece algo lejano, a lo que se presta atención... pero de lejos. Sin embargo no queda tan lejos todo. Aquí, en nuestro propio país, también se empiezan a notar "síntomas" que precederán el cambio, con partidos políticos más rivales que nunca, peleando por sus propios intereses, sembrando una idea generalizada de desacuerdo, que conlleva en una separación de la gente. El resultado es un odio creciente en la sociedad por aquellos que son diferentes, ya sea por sus ideales, raza o creencias.

Este es el comienzo del Diaro del Fin, la crónica de ese día que puede ser mañana... realidad o ficción, ¿estás preparado?