
Me pasé la mayor parte del trayecto mirándola. Fue una de esas veces, un instante fugaz, cuando coincidieron nuestras miradas. En aquél momento olvidé todo, el trabajo, las citas que tenía por la tarde, los clientes que debía visitar... Dos paradas después yo estaba bajando del tren, ella continuaba el trayecto. Y a través de la ventana vi sus ojos mirándome de nuevo por última vez.
Tantos instantes fugaces que dejamos escapar, ¿qué habría ocurrido si hubiésemos cogido alguno de ellos? Mejor no preguntárselo, mejor hacerlo, puede que no haya mañana...