Sueños plagados de sensaciones extrañas para nuestra mente monótona, conectando lugares, distancias, personas, separados por imposibles barreras de tiempo y unidos durante un suspiro incontable del subconsciente.
Sueños que vierten en la memoria vidas ajenas de momentos infinitos, concediendo el don de la posibilidad, aquí y ahora todo sucede; nada al mismo tiempo.
Sueños de anhelos y recuerdos, fallos cometidos por una juventud, con final alternativo en la maraña presente de redordimientos contenidos, a veces olvidados.
¿No es más irreal aquello que vivimos al despertar en este mundo que apenas sí comprendemos y menos aún añoramos, que aquellos sueños que hacemos propios y vivimos sin querer abrir de nuevo los ojos?
Yo, no quiero despertar.