viernes, agosto 04, 2006

Homenaje


"Ringggg. ¡Por fin suena el despertador! Llevaba despierto desde hacía rato, apenas he podido dormir esta noche, vaya nervios. Y no es para menos, hoy es el día de mi boda. Quién me lo iba a decir, yo, el soltero de la pandilla, y ahora resulta que acabo siendo el primero en casarse, que irónico. Habrá que ver las caras que ponen todos los que decían que moriría soltero cuando diga el 'sí quiero'. Sin duda soy afortunado. Ahora será mejor que me levante de una vez o llegaré tarde al peluquero.

Me aseo y me visto rápido, mi hermano debe estar al llegar. Efectivamente, el timbre suena a los pocos segundos. Él siempre tan puntual. Bajo a la calle y nos dirigimos hacia la peluquería. Tengo tiene que estar perfecto. Atravesamos la plaza principal, siempre tan abarrotada, y hoy sábado no iba a ser menos. Los críos corren de un lado para otro mientras los padres charlan sentádos en los bancos. Ya me empezaba a imaginar a mí haciendo lo mismo dentro de algún tiempo.

Pasábamos cerca de la estatua de la plaza cuando sonó un gran estruendo a nuestras espaldas. Era como el sonido de una rayo o algo parecido. Me giro a ver que ocurre. En ese momento ví aquello. Había mucha gente en el suelo, inconsciente, o algo peor. Lo que antes era un quiosko de prensa, ahora sólo era escombros y llamas. Esto no podía estar ocurriendo. Mucha gente pedía ayuda a gritos. Yo trato de calmar y ayudar a una mujer que buscaba desesperadamente a su hijo pequeño. No era fácil saber quién era el pequeño entre aquél monton de cuerpos tanto de adultos como de niños, y de escombros. Me acerco al de un crio, por la descripción que me había dado la mujer debía ser él. No respira y tiene heridas por todo el cuerpo. ¿Cómo puedo decirle ahora que ha muerto?

Respiro profundamente y vuelvo con la mujer que al ver mi rostro se echa a llorar. No hace falta decir nada. Doy media vuelta y busco a mi hermano. No le veo. Debe estar ayudando a alguien. Todo es un caos. Camino algo desorientado por la plaza cuando tropiezo con lo que antes era un banco. Al lado veo otro cuerpo más. Espera, esa ropa me resulta familiar. No puede ser...

En ese momento se produjo la segunda explosión a pocos metros de mi. Solo escuché un instante, luego un silencio abrumador invadió todo. Dejé de oir los gritos de la gente, las sirenas de las ambulancia, los llantos de los niños. Todo se oscureció también. Ya no veía los rostros de pánico, los escombros ardiendo, los cuerpos sangrando. Ahora había pasado a formar parte de ellos. Creo que caí junto al de mi hermano.

¿Qué hora sería? Iba a llegar tarde a mi boda. Dos hombres se acercaron a mi preguntando por mi estado. Les dije que me encontraba bien, pero no me hicieron caso. ¿Es que no me oían? Les vi negar con la cabeza y decir que ya era tarde. No entendía. Me puse en pie para que me prestaran atención, pero se marcharon sin decir más. En un acto reflejo bajé la mirada al suelo. Allí estaba mi cuerpo, inerte, inmóvil, sin vida. Se había cumplido aquello con lo que bromeábamos hace tanto tiempo, yo sí moriría soltero."


Este texto está dedicado a todos aquellos que han sufrido de una manera u otra las consecuencias de la violencia que cada día crece y que parece no tener fin. Por ellos, como recuerdo, y para los que todavía pueden cambiarlo.

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