martes, marzo 23, 2010

Por qué soñamos

Rodeados de un mar de conformidad nos vamos ahogando lentamente a lo largo del día. Solo al caer la noche encontramos la fuerza para despertar en los sueños que nos permiten emerger del vacío rutinario.

Sueños plagados de sensaciones extrañas para nuestra mente monótona, conectando lugares, distancias, personas, separados por imposibles barreras de tiempo y unidos durante un suspiro incontable del subconsciente.

Sueños que vierten en la memoria vidas ajenas de momentos infinitos, concediendo el don de la posibilidad, aquí y ahora todo sucede; nada al mismo tiempo.

Sueños de anhelos y recuerdos, fallos cometidos por una juventud, con final alternativo en la maraña presente de redordimientos contenidos, a veces olvidados.

¿No es más irreal aquello que vivimos al despertar en este mundo que apenas sí comprendemos y menos aún añoramos, que aquellos sueños que hacemos propios y vivimos sin querer abrir de nuevo los ojos?

Yo, no quiero despertar.

No hay comentarios: